Hay una soledad que pocos conocen, la del productor y distribuidor que, tras cada aplauso y cada escenario lleno, queda en la sombra. Es una soledad que se siente en cada madrugada respondiendo correos, en cada llamada para cerrar una fecha, en cada puerta que se cierra antes de encontrar la que finalmente se abre.
Este trabajo es como un largo viaje, lleno de rutas difíciles, de sudor y lágrimas que nadie ve. Luchamos por llevar el arte a donde merece estar, por abrirle caminos a ese artista que amamos, por hacer que su luz brille en más y más teatros. Pero a veces, en el silencio de la oficina o del coche en la carretera, sentimos el peso de cada esfuerzo, de cada «no», de cada espera interminable para esa respuesta que puede cambiarlo todo.
El público solo ve la magia del escenario, el momento en el que el arte se despliega y toca el alma de quienes lo presencian. Y me emociona cada vez que lo veo, porque sé lo que hay detrás, sé lo que costó llegar hasta ahí. Pero también hay una parte de este viaje que transcurre sin reflectores, y es un trayecto solitario, lleno de trabajo invisible.
Y a pesar de todo, lo volvería a elegir. Porque cuando finalmente lo logramos, cuando veo a ese artista al que he acompañado triunfar en el escenario, sé que cada esfuerzo, cada noche en vela, valió la pena. Porque si el arte es un puente hacia el alma, mi labor es asegurarme de que ese puente llegue lo más lejos posible, aunque el camino, para mí, sea a menudo en soledad.
Por todos aquellos que están tras bambalinas, en la sombra, pero con el corazón lleno de pasión por lo que hacen. A los que, como yo, saben que el arte también se construye en el silencio del esfuerzo.
#Producción #Distribución #ArteYTrabajo #ElCaminoSilencioso #DedicaciónYPasión
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